Les retallades de ZP

Adjunto la transcripció de la intervenció feta aquest matí al Congrés durant el debat on el president del Govern espanyol ha anunciat les retallades després dels acords de l’Eurogrup de diumenge.

El señor PRESIDENTE:
Por el Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds tiene la palabra, en primer lugar, don Joan Ridao.

El señor RIDAO I MARTÍN: Gracias, señor presidente.
Señorías, señor presidente del Gobierno, España no es Grecia, se repite estos días como una jaculatoria. Ello se nos antoja que es algo obvio, porque ninguno de los parámetros objetivos de nuestra economía nos condena a la fatalidad, ni el déficit público ni la deuda externa. Es más, estamos dispuestos a conceder que quizá somos demasiado pesimistas sobre el corto plazo, pero quizá somos demasiado optimistas sobre el largo plazo porque es cierto que nuestras perspectivas de crecimiento económico no son precisamente para tirar cohetes. Volvemos a la senda de crecimiento, lo cual no quiere decir que vayamos discurriendo sobre un derrotero feliz después de seis trimestres consecutivos bajando. Pero también es verdad que esta leve recuperación le debe mucho a algunos estímulos coyunturales. Es más, por tanto, una ralentización de nuestro deterioro económico que el inicio de una recuperación efectiva.
La paradoja, señorías, es que mientras abandonamos la recesión se agrava la crisis y la sobrerreacción de los mercados estos días -por temor, cierto es, a un contagio infundado y a los delirantes rumores especulativos sobre el rescate español- demuestra que cuando los mercados andan histéricos importa más lo que se aparenta ser que no lo que se es realmente, señor presidente del Gobierno. Los mercados no atienden a veces a parámetros totalmente objetivos sino a dinámicas, y los mercados, señor presidente del Gobierno, lo que hacen es castigarle a usted precisamente por su inmovilismo. A usted y al líder de la oposición también por su obstruccionismo y por su nulo afán de colaboración; la prueba es que el otro día se reunieron ambos y se hundieron las bolsas. Sí, sí, señor Rajoy, se hundieron las bolsas. Dicho de otra forma, lo que para usted, señor presidente del Gobierno, es intentar ganar tiempo, para los mercados y para las instituciones económicas es literalmente perderlo.
Por lo pronto no minimicemos lo que pasó la semana pasada: la desconfianza en los mercados ha disparado el coste de la deuda 160 puntos básicos. La última emisión de deuda usted la ha colocado a un interés del 3,6 por ciento, cuando hace dos meses pagaba un interés del 2,8 por ciento; ahora pagamos un 26 por ciento más de intereses. Esto quiere decir que la subida de impuestos del IVA, la subida de los 5.000 millones de la recaudación del IVA, se va a ir por el sumidero del pago de los intereses de la deuda. Por tanto, señor Zapatero, este es el negocio de Roberto con las cabras. ¿Por qué acumulamos, señor presidente, tantos números en esta lotería de los ataques especulativos? ¿Por qué para tanta gente vamos objetivamente mal? El diagnóstico es coincidente y además apabullante. El problema básico es la falta de credibilidad de su Gobierno. El problema básico es que usted no ha tenido un plan de reformas; ha tenido un plan vago, difuso -usted ha dicho hoy que era gradual-, pero lo cierto es que para el común de los mortales usted ha propuesto y luego ha retirado medidas de forma súbita y desconcertante. Es decir, el Gobierno es como la orquesta del Titanic, que va tocando el violín en la cubierta mientras el barco se hunde irremisiblemente. A diferencia de Grecia es verdad que nuestra disyuntiva no es, como decía el presidente griego Papandreu, entre la catástrofe o los sacrificios, pero es verdad, los sacrificios son y van a ser inevitables. Es hora de despertar del sueño y de abordar finalmente las reformas de nunca empezar, especialmente si usted mantiene el compromiso de reducir el déficit y de alcanzar, forzando la máquina, ese objetivo de estabilidad del 3 por ciento que a nosotros, a pesar de las medidas que usted ha anunciado hoy, se nos antoja muy difícilmente realizable por no decir inalcanzable.
Señor presidente, usted viene hoy aquí a recortar inversión productiva en infraestructuras y en derechos sociales; los derechos de las madres, de los pensionistas, de los dependientes -que por cierto tienen derechos adquiridos; habrá que ver si esta medida que usted plantea hoy es incluso constitucional-, y ellos no tienen por qué pagar los platos rotos de esta crisis. Usted tenía y tiene derecho a la oportunidad de gestionar la crisis de otra forma, es decir, construyendo un auténtico nuevo orden económico, también desde una óptica progresista pero desde una óptica de izquierda reformista, no dogmática. Porque esta, señor presidente, no es una crisis coyuntural más. Esta es una crisis estructural. No es que el modelo neoliberal que usted ha glosado aquí de la desregulación, de la especulación inmobiliaria, de la privatización salvaje de servicios públicos esté en crisis, es que el modelo neoliberal es la crisis misma, señor presidente del Gobierno. Por tanto hacen falta sacrificios, sí, pero también un nuevo orden económico. Empezando, por ejemplo -atiéndame, señor presidente del Gobierno-, por el fraude fiscal. ¿No cree usted que se puede atornillar todavía más? ¿No cree usted que una economía sumergida de un 23 por ciento del PIB no merece un decidido nuevo plan de lucha contra el fraude fiscal?
En segundo lugar, sistema financiero. En lugar de más mano dura con los bancos -por cierto, los cinco grandes bancos el año pasado exhibieron impúdicamente unos beneficios de 16.000 millones- para que abran definitivamente el grifo del crédito, usted y el señor Rajoy se juntan y pactan recentralizar y privatizar las cajas con el pretexto del riesgo de solvencia, lo cual, por cierto, va a liquidar un modelo de éxito, un modelo que contribuye a una función social y de reequilibrio territorial perfecto.
En tercer lugar, mercado laboral. El diálogo social, usted lo ha dicho, experimenta un retraso -y yo le añado que exasperante-, pero además nos parece un error que el diálogo social haya dejado de lado una cuestión fundamental, que se hable de contratación, que se hable de despido, que se hable de intermediación pero no de flexibilidad organizativa, porque la flexibilidad organizativa es lo opuesto al despido y nosotros tenemos muy claro que el problema de nuestro mercado de trabajo no es un problema de salida, de los costes del despido, sino un problema de entrada, de cómo se forman las condiciones objetivas para crear una ocupación estable y de calidad.
Finalmente, lo que se le pide sobre todo, señor presidente del Gobierno -y usted no lo tiene- es un programa creíble de ajuste y de austeridad del sector público. Resulta que hoy recorta pensiones, recorta las prestaciones de los dependientes, pero continúa manteniendo ministerios totalmente superfluos, y no solo superfluos sino que concurren con las competencias autonómicas. Y lo siento, señor presidente del Gobierno, pero puede usted prescindir de una parte muy importante de esta bancada azul que tengo aquí delante, puede usted hacerlo; entre otras cosas, porque suprimiendo algunos ministerios, los que este Congreso le mandó suprimir hace algunos meses, podría usted ahorrar casi 5.500 millones de euros. Y ponerse a dieta no es, señor presidente del Gobierno, demagogia, porque usted empezó esta legislatura con catorce ministerios y dos vicepresidencias y ahora estamos con diecisiete ministerios y tres vicepresidencias. Por tanto, usted empezó con menos estructura y con un gobierno mucho más delgado. Póngase a dieta, aproveche que viene el verano, señor presidente del Gobierno. En lugar de eso -usted lo ha dicho-, ha adoptado una medida de nulo contenido económico, ejemplarizante: ahorra 16 millones de euros recortando altos cargos, pero este primer trimestre, ya con la liquidación del presupuesto, sabemos que la desviación de gasto de los ministerios se eleva a 231 millones de euros y, por tanto, ridiculiza esos 16 millones de ahorro que usted hoy nos ha explicado.
Recorte de infraestructuras, 6.045 millones de euros que usted hoy nos plantea. Bien, pero un poco más de concreción: ¿qué infraestructuras?, ¿son algunas de carácter estratégico?, ¿qué va a pasar, por ejemplo, con el eje ferroviario mediterráneo?, ¿va usted a cumplir con los compromisos legales de la disposición adicional tercera del Estatut, que es una obligación que usted tiene contraída con Cataluña? Finalmente, dice que va a endosar a las comunidades autónomas 1.200 millones de euros, supongo que rebajando el techo de gasto y también el objetivo de estabilidad. Mire, Cataluña difícilmente va a poder pagar los platos rotos de este plan. Los excesos de algunas comunidades autónomas son evidentes, no se lo voy a negar, es así. Por ejemplo, Cataluña tiene una ratio de 38 funcionarios por cada mil habitantes, el 3,9 por ciento de la población activa, y hay otras como Andalucía con el 6 por ciento o Madrid con el 6,6 por ciento. Tenemos la mitad de funcionarios que otras administraciones públicas y nuestro déficit público -usted lo sabe- tiene mucho que ver con el déficit fiscal que arrastramos desde hace años. El nuevo modelo de financiación recorta un tercio del déficit y también tenemos una presión asistencial muy importante como consecuencia de la nueva inmigración.
En fin, señor presidente -acabo-, la responsabilidad institucional le demanda a usted, y también a todos, más coraje, más sacrificios, pensando en el interés general y en el futuro de todos, pero no que los de siempre acaben pagando esta crisis y, qué quiere que le diga, usted hoy nos ha demostrado con su plan que es fuerte con los débiles pero débil con los fuertes.
Gracias, señor presidente. Muchas gracias, señorías.

El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Ridao.

RÈPLICA
l señor RIDAO I MARTÍN: Gracias, señora presidenta.
Señor Zapatero, en lo positivo me quedo con que usted tiene claro que ya estamos en tiempo de descuento. Ha habido un reconocimiento de la gravedad de la situación y de que ya ha pasado el momento del desfile de Zurbano, de las fotos, así como de que ya no valen más estrategias de perfil bajo para fingir que se hace lo que no se hace. También ha quedado claro, señor presidente, que en el pecado está la penitencia. Créame que las promesas no cumplidas -nosotros nos conocemos el paño- es lo que realmente lastra la credibilidad de este Gobierno y no lo que pueda decir la oposición. (El señor presidente ocupa la Presidencia.) En todo caso, señor presidente, su obligación era y es tomar la iniciativa, proponer acuerdos reales y eficaces, pero hoy ha quedado claro que usted no tiene todavía un plan. Es decir, se ha acabado el ZP social. Usted viene hoy aquí con una tijera para recortar el gasto social, también la inversión productiva, pero todavía no tiene un plan para operar las reformas estructurales en nuestro modelo de crecimiento económico.
Vamos paso a paso. En primer lugar, vamos a esperar la reforma del mercado de trabajo, pero es urgente acabar con esa panoplia de contratos con esa intervención administrativa que lo que hace es ahuyentar a los inversores. Solo hay que ver la situación y la evolución de nuestra balanza de pagos. En segundo lugar, ¿no es posible adoptar ni una sola medida interna, doméstica en relación con el sistema financiero sin ir acompañados necesariamente de otros países de la Unión Europea o de Estados Unidos? ¿No se pueden limitar los incentivos de los directivos de la banca, obligar a la banca a fijar un coeficiente mínimo de créditos para pymes y para familias? En tercer lugar, hay que acabar con este balneario fiscal de Europa que es el Estado español, después de Grecia: 90.000 millones de euros que todavía eluden el pago de impuestos a la hacienda pública. No ha propuesto absolutamente nada ni ha planteado nada en el corto y medio plazo; ninguna propuesta. Igual que vamos a esperar la fiscalidad progresiva, vamos a ver si usted es capaz o no de acabar con los paraísos fiscales, con las sociedades instrumentales, con las grandes fortunas y gravar en este caso las rentas más altas. Finalmente, recorte del gasto público improductivo. Señor Zapatero, por favor, no haga demagogia. Mi objeción a algunos ministerios no es ideológica. Ni yo ni Esquerra tenemos nada contra la política de vivienda, ni contra la cultura, ni contra la igualdad de género; no me haga trampas. Contra lo que tengo, y mucho, es contra la deslealtad; contra lo que tengo, y mucho, es contra la concurrencia competencial de algunos ministerios con las comunidades autónomas. Además eso no lo digo solo yo; lo ha dicho esta Cámara, y yo soy respetuoso con los mandatos de esta Cámara. No lo he dicho yo; se lo ha dicho el líder de la oposición, lo han dicho otros grupos, y esta Cámara le ha pedido -el Gobierno tiene un mandato encima de la mesa- que suprima cuatro ministerios. No solo lo digo yo, lo dice incluso el diario Expansión, curiosamente el 11 de mayo, e incluso lo cuantifica: Igualdad, Vivienda y Cultura suponen un ahorro de 2.322 millones de euros. Le voy a entregar ahora un documento de Esquerra cuyo contenido evidentemente usted puede tener o no en cuenta, pero esta es una propuesta cuantificada y evaluada del impacto económico que supone la supresión de estos cuatro ministerios, lo cual llega por cierto a esa cantidad que yo le he anunciado de 5.500 millones de euros. Eso sí es realista, eso es valiente. Hágalo, señor Zapatero, y hágalo además urgentemente.

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